lunes, 30 de mayo de 2011

Cambiante

En muchas ocasiones la gente no es lo que parece, pero eso a día de hoy ya no me sorprende. Absolutamente a todos se nos va la pinza de vez en cuando, pero la bipolaridad de algunas personas me parece increíble. El humor es variante y soy la menos indicada para hablar en este punto; pero los cambios de idea en menos de dos horas me resultan inimaginables, hasta que los vivo en gente cercana y me doy cuenta de que están ahí y no tienen porqué desaparecer. Cada persona es como es, pero no entra en mi cabeza como se puede ser tan cínico de cambiar de opinión según convenga, según la situación.
Sigo admirando a la gente que tiene claros sus principios y no se deja liar con facilidad.

viernes, 13 de mayo de 2011

Recta final

Huele a despedida. No podría decir exactamente qué se palpa en estos últimos días en los que los sentimientos se confunden y se aglutinan; nerviosismo, tristeza, alegría...
No han sido los profesores los únicos que me han enseñado algo a lo largo de estos últimos años. También lo han hecho mis compañeros. Con ellos aprendí que efectivamente la juventud, y en especial el bachiller, es una etapa que no se olvida en la vida de una persona. Ellos han hecho de estos dos últimos años un periodo especial en la que he compartido momentos, experiencias, conocimiento y aprendizaje. En la que he ganado amistades y también madurez, aunque a veces no lo parezca. Ellos, cada uno, con su carácter, sus manías, sus defectos y virtudes, han contribuido en mi formación personal. Todos escogimos la modalidad científico-social del bachiller y contribuimos a transformar a nuestra clase una "piña" en la que nos llevábamos bien y compartíamos vivencias. La risa se convirtió en una costumbre de nuestro día a día. Resaltan de nuestra clase lo "quejicas" que somos; yo creo que más que "quejicas" somos peleones, e incluso pienso que a veces nos quejamos por quejarnos, por llevar la contraria o simplemente incordiar al profesorado, pero todo de buen rollo. Porque si algo resaltaría de mi curso, especialmente de mi clase, es el ambiente que en ella se respira, tanto en la relación alumno-alumno como en la de alumno-profesor. Estoy convencida de que no somos una clase normal y eso me gusta.
Nunca olvidaré estos dos años y esta compañía. Aunque estoy segura de que me equivoqué y debería haber elegido la modalidad de humanidades, no cambiaría por nada la clase en la que me ha tocado estar. He conocido a gente de la que antes sólo sabía su nombre, como mucho apellidos; y he descubierto el increíble cariño que puede tomarse a una persona en menos de dos años, la pena que se puede llegar a sentir porque se acabe esta etapa, cuando todo el mundo se queja de lo aburrido que es asistir al colegio. Sé que en verano no será lo mismo: ya no tendré que despertarme a las seis y media de la mañana, llegar a clase , verles a todos y esperar a que termine el día con la certeza de que al siguiente volveré estar en el mismo lugar.
Tizas voladoras, imitaciones a los profesores, paranoias absurdas, recuento de palabras que dice el profesor, conversaciones entre risas, bandejas de objetos perdidos, peticiones insistentes a los profesores para que nos digan alguna pregunta del examen (que nunca conseguimos), recreos, insultos de broma, chistes, comidas, clases de mitjà -¡perdimos a nuestro mejor fichaje!-, lenguaje secreto que sólo nosotros entendemos, juego de miradas y sobre todo, esa sensación de sentirse totalmente a gusto en el día a día. Y ahora, casi sin darnos cuenta, cada taquilla está vacía.
Sólo puedo añadir que les voy a echar muchísimo de menos a todos, y al conjunto de la clase. Desearles lo mejor en sus carreras y en sus vidas, que bien merecido se lo tienen.
Cada final es un nuevo comienzo. Sólo el tiempo dirá si mejor o peor que los anteriores, pero al fin y al cabo la vida te otorga etapas a las que tienes que saludar -que te harán llorar, reír, odiar, querer, vivir, pasarlo mal, divertirte, tomar decisiones, demostrar sentido común, elegir, aprender, olvidar...- pero también despedir.

El adiós es muy definitivo. Soy de las que prefiere utilizar un "hasta luego" o "hasta siempre".